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Foto del escritorRowland Astudillo

Tocar y Escuchar: Las Dos Caras de la Música

La música, un lenguaje universal que ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes, tiene el asombroso poder de conectar nuestras almas, transportarnos a diversos mundos emocionales y transformar nuestro interior. Ahora bien, las sensaciones que emergen al tocar un instrumento y las que nacen al escuchar una pieza musical, aunque entrelazadas, representan dos experiencias distintas, cada una con su propia profundidad y espectro emocional.


La Profundidad de Tocar

Cuando tomamos un instrumento y comenzamos a ejecutarlo, entramos en un diálogo profundo e íntimo con la música. Nos convertimos no solo en el canal a través del cual se manifiesta el arte, sino también en su cocreador. Más allá de la técnica y la precisión, tocar un instrumento es una danza entre la mente, el cuerpo y las emociones. La interacción física con el instrumento, el sentimiento de las cuerdas, teclas, arco o baquetas, y la vibración del sonido generado provoca respuestas emocionales y psicológicas. Estudios han sugerido que hacer música puede tener un efecto meditativo, ayudando a los músicos a estar presentes y conectados con el momento (1).


La Inmersión de Escuchar


Por otro lado, el acto de escuchar música es una invitación a dejarse llevar, a sumergirse en el universo sonoro sin las demandas técnicas de la ejecución. Es un viaje sensorial que nos puede transportar a recuerdos del pasado, inspirar visiones del futuro o simplemente anclarnos en el presente. Escuchar activa regiones cerebrales relacionadas con las emociones, la memoria e incluso con nuestra percepción del yo (2). Aunque en ocasiones la escucha puede ser pasiva, también tiene el potencial de ser una experiencia altamente reflexiva, especialmente cuando nos permitimos realmente conectarnos con la música.


Conexiones Emocionales Profundas


Ambas experiencias, tocar y escuchar, establecen conexiones emocionales profundas con nuestro ser. Es fascinante cómo pueden liberar dopamina, un neurotransmisor vinculado a las sensaciones de placer y recompensa (3). Sin embargo, hay una diferencia notable: al crear música, el músico también experimenta un sentido de logro, de haber traído algo bello al mundo, añadiendo una dimensión extra de satisfacción y orgullo a la experiencia.


La Simbiosis entre Tocar y Escuchar


Estas dos dimensiones de la experiencia musical no son excluyentes; de hecho, se complementan y potencian mutuamente. Un músico siempre se beneficiará al ampliar su repertorio auditivo, adentrándose en géneros y estilos diversos. Por otro lado, un oyente apasionado podría encontrar una nueva forma de expresión y conexión al decidirse a aprender un instrumento. En Euterpe Music, creemos firmemente que en el corazón de cada individuo residen melodías y ritmos esperando ser descubiertos y compartidos.


Referencias

  1. Juslin, P. N., & Västfjäll, D. (2008). Emotional responses to music: The need to consider underlying mechanisms. Behavioral and brain sciences, 31(5), 559-575.

  2. Janata, P., Tomic, S. T., & Rakowski, S. K. (2007). Characterisation of music-evoked autobiographical memories. Memory, 15(8), 845-860.

  3. Salimpoor, V. N., Benovoy, M., Larcher, K., Dagher, A., & Zatorre, R. J. (2011). Anatomically distinct dopamine release during anticipation and experience of peak emotion to music. Nature neuroscience, 14(2), 257-262.

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